Hacer que el lugar de trabajo sea seguro incluye facilitar instrucciones, prever procedimientos, impartir formación y proporcionar supervisión para alentar a las personas a trabajar con seguridad y responsabilidad.
Incluso cuando se hayan aplicado controles mecánicos y sistemas de seguridad seguros, pueden prevalecer algunos peligros. Por ejemplo, el peligro de sufrir afecciones en:
los pulmones (por ejemplo, por respirar aire contaminado);
la cabeza y los pies (por ejemplo, por la caída de objetos);
los ojos (por ejemplo, por la presencia de partículas aéreas o por salpicaduras de líquidos corrosivos);
la piel (por ejemplo, por contacto con materiales corrosivos), y
el cuerpo (por ejemplo, por exposición a temperaturas de calor o frío extremos).
En estos casos es necesario utilizar EPP para reducir los riesgos.
Qué debería hacer el empleador
Recurrir a los EPP únicamente como último recurso.
Si hay EPP que siguen siendo necesarios tras la adopción de otras medidas de control (y habrá casos en que así sea, por ejemplo, protecciones de la cabeza, como en la mayoría de las obras de construcción), el empleador debe proporcionarlos sin cargo alguno para el trabajador.
Debe escoger los equipos cuidadosamente (véanse más adelante los detalles para la selección de los EPP) y asegurar que los trabajadores han recibido la formación necesaria para utilizarlos correctamente, y saben cómo detectar y notificar cualquier fallo.
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